Se quedaron viendo a los ojos del otro por un momento, siendo el silencio su único lenguaje.
—Debemos irnos —le anuncio.
Catherine no dijo nada, tan solo le siguió hasta donde se encontraban sus caballos. Justo entonces los rayos y posteriores truenos se escucharon mas cerca y eso solo significaba que debían marcharse lo antes posible.
La tomo pues por la cintura y la subió al caballo. No obstante, para su sorpresa no se alejó; sino que subió de igual modo. Aquella actitud no hizo más que dejarla aún más sorprendida y confusa.
—¿Qué haces? —le pregunto, intentando voltear a verlo.
Thomas, en cambio, no se lo permitió y solo se le acercó un poco más para tomar las riendas.
—Siéntate a horcajadas —le instruyo de pronto.
—¿Qué