Al escucharla, Thomas se quedó estático. Trataba de procesar lo que acababa de escuchar, lo cual ciertamente no le era nada sencillo. Poco a poco fue aligerando su agarre sobre ella o al menos fue así hasta que la escucho hablar.
—Eres tú —reconoció Catherine.
En ese momento, solo la volvió a sujetar y en esa ocasión con mayor firmeza.
—¡Mientes! —exclamo con enojo.
—No, no lo hago. Tu eres el padre —acepto.
Por desgracia, eso solo pareció afectarlo aún más.
—No es verdad, ese niño no puede ser mío. Nada ha pasado entre tu y yo —le recordó, aun cuando no lo creía necesario.
—Lo volveré a preguntar y no mientas. ¿Quién es el padre? —le exigió.
En ese momento,