—Usted es Omega, tiene un olfato agudo. —Jade decía. —¿Acaso siente poco aroma en ella?

—Acaba de ser reclamada, tiene el aroma del señor DuPont impregnado. —Hana levantó la mirada, comenzando a hartarse. Estaba siendo tratada como si no estuviese allí, lo que le molestaba y era tan insegura que no podía al menos intentar responder algún cuestionamiento, lo que le frustraba más. —Es absurdo intentar determinar si su olor es disminuido o no ahora.

Adrien respiró con pesadez, reacomodándose sobre su asiento antes de lanzarle una mirada a la mujer. Fue entonces, al estar dispuesto a responder, cuando la voz de Hana interrumpió cualquier cosa que estuviese a punto de decir. Los otros cinco, sorprendidos, sólo pudieron escuchar.

—Si quiere calificarlo como deficiencia, puede hacerlo. —vociferó. ¿Era mejor más temprano que tarde, verdad? —Si tanto quiere saberlo, entonces sí. No puedo concebir, mi cuerpo no es capaz de lograrlo.

La mujer, impresionada, comenzó a balbucear. —Si ese es el cas