—Lo digo en serio Jade, su aroma me desagrada. —el pálido no pudo evitar fruncir el ceño, mostrando así su evidente confusión frente al asunto. Todos hablaban del dulce y fuerte aroma de Camila, pero su propio olfato no lo percibía así. —Si me entero de que están jugando conmigo voy a...-
—Alto ahí líder tonto, no puedes matar a tu familia por más molesto que estés. —el Alfa bufó cuando Jade le interrumpió de esa manera, con una pequeña sonrisa burlona hacia su pálido primo.
—¿Entonces qué? ¿Soy yo el que está loco?
—Probablemente. —La Omega rió suavemente una vez más al oír el gruñido de Adrien. —Escucha, he estado ayudando a Gabriel a cuidar de Camila. He entrado a la habitación y el aroma es tal cual tu hermano te lo dijo.
Adrien le miró por unos segundos. —Ni siquiera siento tu aroma, mi olfato murió.
—¡No exageres! No sientes mi aroma porque estoy usando supresores. — explicó mientras cerraba el libro que había tenido entre sus manos todo el tiempo. El ceño de Adrien se relajó en