CAPÍTULO 81 – Se sentía radiante.

Al llegar a la suite presidencial que Joseph había alquilado para aquella noche, Eileen no pudo resistirse más.

Sin pensarlo dos veces, se lanzó a sus brazos y dejó que sus lágrimas fluyeran empapando la chaqueta del traje de Joseph.

—No llores, amor —dijo Joseph mientras le acariciaba la espalda.

Cuando Eileen se separó de él, Joseph pudo ver el alma de Eileen a través de sus ojos.

Miró su rostro con detenimiento mientras ella le devolvía la mirada y le enjugó las lágrimas con el pulgar.

Sin titubear, Eileen tomó el rostro de Joseph entre sus manos y, sin más, posó sus labios sobre los de él.

Lo besó con cautela, pero con todo el sentimiento que era capaz de transmitir de aquella manera.

Sin demora, los labios de Joseph le correspondieron y se amoldaron a los de ella, devolviéndole el beso, mientras las lágrimas continuaban rodando por el rostro de Eileen.

No podía describir el sentimiento que aquello le causaba.

Mariposas surcaban su estómago, aleteando sin control, mientra
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