CAPÍTULO 75 – Eso es todo

Cuando llegaron a la consulta, Eileen se apeó del coche y, un segundo más tarde, se asomó a la ventanilla del coche.

Joseph abrió la ventana con el botón de apertura automática y la miró, sorprendido.

—¿Qué pasa? —le preguntó con las cejas alzadas.

—¿No me acompañarías? —inquirió Eileen con cierta incomodidad.

Era evidente que no le agradaba en lo absoluto pedirle aquello.

Sin embargo, aunque le incomodaba, Eileen no se sentía capaz de adentrarse sola.

Atrás había quedado la mujer decida que había sido.

Esperaba, con todo su ser, que la terapia le ayudara a recuperar su antiguo «yo». Sabía que ya no sería la misma, pero, al menos, quería estar bien, tranquila

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