Capítulo 30

Livia

Lo vi levantarse de la cama y perderse en la ducha. Todavía faltaba una hora para el amanecer y, al parecer, ya había mandado a llamar a Sergio y a los otros dos hombres que lo acompañaban.

No sabía qué iba a hacer, pero no esperaría allí a tener noticias. Bajaría con él. Lo seguí hasta la ducha; debía quitarme el olor a sexo que tenía impregnado por todo el cuerpo. Me sentía agotada y mi cuerpo pedía a gritos una tregua.

—¿Qué haces? —preguntó cuando irrumpí en la regadera.

—Ducharme. No esperaré a que termines tú —me encogí de hombros, yendo a lo mío, sin la menor intención de provocarlo.

No aguantaría un round más, y él parecía tener prisa. Suspiré al ver su gran espalda, fijándome en la tinta de los tatuajes que camuflaban algunas partes de los arañazos que le había hecho. Disimulé una sonrisa y salí de la ducha. Si seguía ahí, no soportaría mucho. A diferencia de él, yo no poseía tanto autocontrol.

Caminé al clóset y me puse unos jeans anchos y un corset blanco que dejaba
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