Fortaleza de la Reggio
Livia regresaba al interior de la mansión después de echar a Isabella del territorio calabrés, pidiéndole a uno de los hombres que mandara a llamar al padre de la mujer. Lo estaría esperando en el despacho de su marido.
Peleados o no, Matteo no le había quitado su poder, por lo que seguiría sin bajarle la cabeza a nadie. Se haría respetar. Había sido muy blanda con la siciliana desde un principio.
Entró percibiendo el olor a Macallan, Cohiba Behike y a su perfume, provocando que su ausencia doliera aún más. Siguió actuando como si aquello no le afectara en nada, hasta sentarse en la silla de cuero y aguardar por el Sotto Capo de la Cosa Nostra.
Ya sentada, indagó entre los papeles sobre el escritorio, pero no encontró nada relevante. La mayoría de los cajones tenían códigos de seguridad. Dejó todo tal cual, solo cogió uno de los puros y lo encendió, dejando que la nicotina hiciera su efecto.
La puerta se abrió, dejando entrar a un hombre que superaba los cincuen