Vanesa estaba fascinada con la idea de volver a ver a su amado Fernando, en ningún momento pensó que podría ser una trampa, ya que muchas veces habían hablado de hacer un viaje así.
_ ¿Cuéntame Fernando, que conociste de aquí hasta ahora? _ le dijo mirándolo fijamente.
En realidad casi no había salido del hotel, solo un par de veces concurrió a la mansión en donde estaban Anna y Alonso y eso había sido todo.
_ Te soy sincero, muy poco. Resulta que llegué con un gran malestar estomacal, así que... posiblemente mañana salga a recorrer la ciudad como Dios manda, pero lo poco que he conocido, me ha encantado _ le dijo sonriendo.
Ella se acercó más a él, tanto que a Fernando el perfume de ella le perforaba las fosas nasales.
_ Si quieres puedo acompañarte... ¿O hay alguna novia o esposa celosa que pueda impedírtelo?
El sonrió sin que se le moviera un pelo.
_ No nada de eso, por ahora no.
Claro que tenía una, a su querida Blanquita, pero jamás la expondría ante aquella loca que casi