BENJAMÍN
— ¡APOLO! — Mi voz sale más fuerte de lo que esperaba.
A partir de ahí, todo lo que digo sale en modo automático.
— ¿PORQUE HIZO ESO? — Lucho con él, ayudando a Artemisa. — ¡ES TU HERMANA, Y TAMBIÉN ES UNA NIÑA! — Señalo, analizando su mirada enfadada. — NO GOLPEAMOS A LAS NIÑAS, ¿ME OYEN?
— ¡Estoy! — afirmó con firmeza, sin bajar la cabeza.
— ¡Nunca vuelvas a hacer eso!
Finalmente entiendo por qué todos dicen que Artemisa se parece tanto a mí y por qué Apolo es más tranquilo y observador. La niña podía ser impulsiva y explosiva, pero él era como su madre, inteligente y calculador. Derrochaba tranquilidad, cuando en realidad acumulaba toda su ira esperando el momento adecuado para vengarse.
— ¡Y nunca más le pusiste el dedo en la cara a tu hermano! — Le advierto— ella, provocando una mirada de sorpresa en su rostro. — ¡Quiero que regreses al Palacio, hoy no montarás a caballo!
Golpean el suelo con los pies y salen por la parte de atrás. No había necesidad de preguntar qué est