Bianca.
Moscú era un lugar frío, solitario e inhóspito para mí.
Traté de acostumbrarme lo más rápido posible, pero me fue imposible. No podía ver ese palacio como mi casa, ni a los empleados como los míos. Nada allí me pertenecía. Era de Annika, pero yo se lo había robado a ella. Era mío. Todo era mío. Aunque no quisiera tenerlo.
Ahora era la reina.
Detrás de mis espaldas cargaba con un pesado dolor y carga que no me correspondía.
Era la líder de la mafia rusa.
Y además, la organización q