Lina.-
La calma de Desmond, mirándome en silencio sin mover un solo musculo, escuchándome atentamente, me ponía más nerviosa, pero debía por primera vez ser sincera con él, porque ahora se trata de que mi mejor amiga y su hijo regresen a salvo.
— ¿Qué hiciste al ver eso? –preguntó, su tono resonó en la habitación con fuerza aunque él no había elevado la voz.
Volví a llenar mis pulmones de aire, mis manos tensándose debajo de las sábanas blancas.
— Me paralicé… uno de ellos me miró fijamente, la crueldad que había en su mirada me sorprendió y… sonara estúpido, bueno yo era muy estúpida, pero me atrajo.
Desmond entrecerró los ojos, su mandíbula se tensó, pero no emitió una sola palabra.
— Una parte de mí sabía que si no reaccionaba rápidamente iba a morir, el peligro en ese tiempo, las organizaciones criminales peleaban por ocupar el territorio, yo solo miré el chico se me acercó, todo mi cuerpo temblaba, quería correr, pero los pies no me respondieron.
Suspiré, cerrando mis ojos,