El hedor de las heces, el hierro y la orina rancia se mezcla con el de la pólvora que utiliza Darko para cauterizar la herida hecha en la pierna del hombre que interroga en este momento. Su habilidad con el cuchillo es envidiable. Ha sacado dos tajos de aproximadamente tres centímetros de diámetro y están en carne viva.
Los gritos del infeliz se escuchan en las celdas, Rixio grita desesperado por su hermano de guerra quien sufre la tortura por serle fiel a Maldonado y no responder al interrogatorio.
—No seas estúpido, de todas maneras te mataré. Solo que si hablas, será mucho menos cruel.
El hombre que se encuentra atado de las muñecas y colgado por medio de la cadena pasada por una argolla sujeta del techo, escupe sobre Darko y este se limpia la saliva con una sonrisa perversa.
—Si de todas formas vas a matarme, prefiero que juguemos un rato más ¡Imbécil! —rie enseñando unos dientes manchados de sangre por los golpes recibidos.
Darko asiente devolviéndole una sonrisa ra