97. todo ha cambiado tan rápido
El alivio debería haber sido inmediato, como si me quitaran un peso de encima. Pero, mientras veo cómo se llevan a David en el coche patrulla, lo que siento no es solo alivio. También es miedo.
—Vámonos a casa —dice James, con la voz cargada de preocupación.
Ethan parece reparar al fin en su presencia y me suelta los brazos, dejando que mi padre me abrace. Nos quedamos así unos segundos, como si los dos necesitáramos eso para convencernos de que de verdad se ha acabado.
—Tengo que pasar por comisaría a atar cabos —dice mi padre al soltarme—. Pero no creo que sea bueno que Mia venga.
—Yo la llevo a casa —se ofrece Ethan—. Tranquilo.
James asiente, pasándose la mano por la cara en un gesto agotado. Sus ojos se cruzan con los míos e intenta sonreír, aunque sea un gesto flojo.
—¿Todo bien, hija?
—Sí. No quiero… verlo otra vez.
Me da un último abrazo antes de dirigirse al detective, mientras Ethan posa la mano en mi espalda y me guía hacia su coche.
El trayecto a casa es en silen