21. una comparación terrible
Sostengo el vaso con un poco más de fuerza mientras mi mente regresa a unos minutos atrás.
¿Será que no disimulé tan bien como pensé? ¿O es solo el instinto de abogado de James, olfateando un problema antes de que siquiera tome forma?
Me inclino por lo segundo cuando James entrecierra los ojos, mirándome como siempre lo hace cuando quiere que confiese algo.
Esta vez no, amigo.
—No es nada de lo que debas preocuparte —respondo, llevándome el vaso a los labios.
—Mia parecía incómoda —dice al fin, en un tono más bajo—. Y tú no eres precisamente conocido por ser… fácil de tratar.
—Porque no lo soy —replico con indiferencia, vaciando mi bebida de un solo trago—. Pero, para que lo sepas, solo me aseguraba de que no hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse después.
—Vamos, ven conmigo —susurra, echando un vistazo por encima de mi hombro—. Gerard se está acercando, y no tengo ganas de terminar la noche escuchando sus historias.
Sin darme tiempo a responder, James me agarra del bra