15. un huracán llamado Ethan Hayes
Para mi sorpresa, mi segundo día de trabajo fue mucho más tranquilo que el primero. Ethan estuvo ocupado con compromisos fuera de la oficina, lo que por fin me permitió trabajar en paz.
Sin la presencia intimidante del CEO presionándome, pude concentrarme mejor e incluso completar algunas tareas por mi cuenta. Me sentí aliviada, pero sé que esta calma es solo temporal. Después de todo, apenas es mi segundo día.
Cuando el reloj marca las cinco de la tarde, termino mis tareas, aprovechando la tranquilidad del día.
—¡Hasta mañana, Mia! —Gabriel me despide con un gesto desde su escritorio al otro lado de la sala. Le devuelvo una sonrisa antes de tomar mi bolso y dirigirme al ascensor.
Es casi extraño terminar la jornada sin sentir el peso de un huracán llamado Ethan Hayes, y es satisfactorio saber que tendré el fin de semana libre de él. Al menos como asistente, porque, como persona, lamentablemente volveré a verlo en el evento de mañana.
Mi estómago se retuerce cada vez que pienso en eso