Lo amaba a Mav, y a Melodía. Aunque no fue solo él quien vino a buscarme, fue él en quien pensé al despertarme y antes de acostarme. Incluso durante el día, pensé en él. Nos enviamos mensajes y hablamos todos los días. Incluso vino a la tienda o al sitio de construcción, trayéndome comida y asegurándose de que estaba bien.
El hombre me conocía lo suficiente como para saber que cuando estaba en modo trabajo, me olvidaba de comer o de tomar descansos, así que llegaba a la misma hora todos los días con deliciosos bocadillos. Pero el hombre lo más rico... es él, un manjar para la vista.
Aunque solo habíamos compartido besos, él me hacía sentir nerviosa, o como decía mamá, en mis momentos tropicales. Juré que a veces me conocía mejor que yo misma, y eso me asustaba mucho.
Mi teléfono sonó con una notificación, y sonreí, sabiendo quién era. Miré el mensaje y sonreí.
Mav: “Bueno, ya basta de andarnos con rodeos. Esta noche tú y yo salimos. Ni protestes, Armonía. Melodía se quedará con Michela