Punto de vista de Armonía.
Habíamos estado conduciendo un buen rato sin parar, así que había dormido la mayor parte del viaje. No podía decir si aún era de día, pero tenía la sensación de que empezaba a oscurecer. Esperaba que lo que Suerte me dijo fuera cierto y que mi familia viniera por mí. Si no, parecía que tendría que pelear para salir de allí.
—Hemos llegado. —dijo Suerte, y yo gruñí y traté de fingir que despertaba.
—Parece que necesitará otra dosis. —dijo uno de los hermanos malos, y Suerte suspiró.
—No, demasiada la matará y la necesitamos lúcida para que se presente en el escenario. Así que nada más. Además, sus nuevos dueños la dejarán inconsciente antes del transporte. —le dijo Suerte al idiota, y el hombre gruñó y estuvo de acuerdo. Suerte respiró hondo.
—No pasará mucho tiempo, Armonía, pronto se acabará. —dijo, y asentí con la cabeza.
—Lo sé, gracias, Suerte. —dije cuando las puertas de la furgoneta se abrieron y el vehículo se movió al entrar alguien para levantarme y