—Chicas, háganla presentable —dijo, aplaudiendo las manos antes de salir de la habitación.
Me aplicaron maquillaje y me secaron el cabello, ya estaba lista. Me levantaron y, durante todo ese tiempo, estas mujeres no me dijeron nada. Me tambaleaba, ya que llevaba unos tacones que solo podían describirse como de strippers. Sería un milagro si no me rompía el cuello con ellos. Apenas podía caminar en zapatillas y ya tropezaba con el aire.
Me llevaron hacia la puerta y la abrieron. Vi a mi mamá hablando con Felicidad, que parecía estar de lo más amigable. Héctor, también, miraba a mi mamá con lujuria en sus ojos.
—Llévala a la fila —dijo mamá a las mujeres, y me arrastraron lejos, yo actuando aterrorizada. Sabía que iba a ser salvada, pero tenía que fingir miedo. Escuché un rugido y giré la cabeza, y vi la criatura más hermosa que jamás había visto. Debía ser el Panterigre.
Estaba caminando nerviosamente en la jaula. Era completamente negra, con débiles rayas naranjas por debajo. Su rostro