Ni siquiera los escuché moverse, estaba demasiado absorta intentando no venirme cuando mis manos y tobillos se sintieron más ligeros al quitarme la venda de los ojos. Parpadee para aclarar mi visión y los vi a ambos de pie, acariciando sus miembros.
—Fóllenme, por favor... —se los supliqué entre gemidos mientras las lágrimas caían de mis ojos. No de dolor, sino de un placer abrumador.
Me quitaron el vibrador y me levantaron mientras sollozaba. Bocas me besaban y manos me acariciaban.
—Joder, Rebel, estás empapada —dijo Dylan contra mi boca mientras yo movía mis caderas sobre él como una gata en celo.
—Siéntate con ella, con tu espalda contra el cabecero, Dylan. Rebel, ¿quieres esto? ¿Has aprendido tu lección? —preguntó Dante, y lo miré con lágrimas corriendo por mis mejillas enrojecidas.
—Sí, lo siento —respondí cuando Dylan se movió rápidamente, apoyándose contra el cabecero.
—¿Vas a recibirnos a los dos en ese coño jugoso y perfecto, nena? —preguntó Dylan, gruñendo en mi oído, y asen