“Necesitamos hablar.” Dijo.
Tomé una respiración profunda para calmarme, giré la cabeza para mirarlo, luego miré mi brazo y él retiró la mano.
“Está bien, hablaremos.” Le respondí.
Aunque era más de lo que merecía, no era tonta y sabía que necesitaba su ayuda. Bueno, no con eso, pero tenía que trabajar con él por Rebel, nuestra dulce e inocente niña. Él pareció aliviado, sin embargo, tenía que demostrar que podía ser el padre que ella merecía. En medio de todo, había perdido de vista lo más importante: nuestra hija.
“Bueno, muéstrame el camino a las celdas. Me muero por empezar.” Dije.
Él me miró, intentando desnudarme con la mirada, para que yo le abriera el alma; ese hombre era mi debilidad y no podía permitir que eso sucediera.
“Sígueme.” Dijo sonriendo con arrogancia, ese maldito engreído.
Lo seguí hacia el interior del club, doblamos la esquina y llegamos a una puerta que estaba abierta.
“Antes teníamos las celdas en otro lugar de la propiedad, hasta que decidimos que era mejor