—Tomaré la moto de Sabueso. ¿Qué quieres que haga con el club? —miré a Sabueso.
—Llámalos para que se retiren. Deja que los Hijos de Hades piensen que los niños escaparon. Eso nos dará tiempo para elaborar un plan. Sabemos dónde están y seguramente mamá y la abuela conseguirán información de ella. Si no lo logran, estoy segura de que Micaela lo hará —dije y él asintió, haciendo lo que le pedí mientras yo arrancaba la camioneta y salía de allí rumbo al hospital.
—Gracias por salvarnos de los hombres malos. No son buenas personas —me dijo Melodía desde el asiento a mi lado. La miré y sonreí.
—Eres parte de nuestra familia, Melly. Nos cuidamos entre nosotros, igual que tú hiciste con Jaime. ¿Cómo está Juanito, Sabueso? —pregunté antes de mirar por el retrovisor donde Sabueso consolaba a su hijo mientras Jaime le susurraba palabras de consuelo a su hermano.
—Estará bien, ¿verdad, campeón? Pronto podrás tener tatuajes —le dijo a Juanito, quien sonrió antes de gemir de dolor nuevamente.
—Oh