Capítulo 75
El semblante de Jimena se alteró visiblemente, pero recuperó la compostura casi al instante.

—Regina, si de verdad tuvieras tanto poder, ya todo el mundo lo sabría, ¿no crees?

Regina se sirvió un vaso de agua y, tras un sorbo pausado, replicó con calculada serenidad:

—Si no creyeras que soy capaz de tanto, no te habrías molestado en venir a verme hoy. Y hay más.

Detectó el rencor y la envidia en la mirada de Jimena, y alzó una ceja con apenas disimulada satisfacción.

—Supongo que sabes que Gabriel no es de los que frecuentan esas reuniones.

La fachada de serenidad de Jimena se desmoronó y la furia contenida estalló.

—Regina, ¡él es el hombre de mis sueños! ¿Cómo pudiste meterte con él?

—¿Y Maximiliano no era mi novio? ¿No te metiste tú con él?

—Entonces, ¿todo esto es para vengarte de mí?

Al contemplar la rabia desbordada de su interlocutora, Regina experimentó una oleada de placer legítima; era como si un peso que la reprimía desde hacía mucho se hubiera disipado. Una sonrisa tenue y
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