Regina no le dedicó ni una sola mirada; la ignoró, lo que hizo que a Jimena le hirviera la sangre. La cena se alargó dos horas. Al terminar, Jimena vio que Regina se ponía de pie y, sin dudarlo, se levantó para seguirla.
El grupo entero entró en el ascensor. Una vez en la planta baja, se despidieron y cada quien tomó su camino.
Regina sacó el celular para pedir un taxi.
—¡Deja que te lleve!
Valeria, la joven actriz, le sonreía con una amabilidad genuina. Regina le devolvió el gesto.
—No te preocupes, el taxi que pedí ya no tarda. Además, ya es tarde, deberías irte a descansar.
—¿Te puedo agregar?
Regina asintió, abrió la aplicación y buscó la cuenta de la chica para después aceptar la solicitud de amistad. Valeria, contenta, se fue del brazo de otra de las actrices.
Casi todos en la producción tenían auto propio. El restaurante La Costa estaba en la Avenida Insurgentes, una de las más transitadas del centro. A pesar de lo tarde que era, había mucha gente pidiendo transporte, así que Re