El corazón de Regina se aceleró al ritmo de la música, latiendo con fuerza.
No tardó en reconocer aquella silueta familiar entre la multitud. Los reflectores se concentraban en la figura más deslumbrante del escenario, y ahí estaba él, justo frente a ella. Sus miradas se cruzaron; ella lo vio y él la encontró con una precisión asombrosa.
En cuanto su voz resonó, la sección donde estaba Regina se transformó rápidamente en un mar de luces. Sosteniendo la barra luminosa que le habían dado los organizadores, la agitó en el aire mientras cantaba junto a los demás.
Aquel concierto fue mucho más intenso que cualquier otro al que hubiera asistido. Regina y Andrea cantaron hasta quedarse afónicas. Al final, Andrea sacó una botella de agua de su bolsa y se la ofreció.
Regina se sorprendió de que hubiera pensado en eso. Después de refrescarse la garganta, siguieron cantando a todo pulmón.
Al final, cuando el público podía pedir canciones, Eva sacó una pancarta de su bolso, la levantó sobre su cab