Capítulo 441
La luz de los faros era cegadora. Regina no podía distinguir a la persona dentro del carro, pero supo que era su única oportunidad de escapar. Gritó con todas sus fuerzas.

—¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude, por favor!

El sujeto le tapó la boca. Ella se retorció con desesperación y le mordió la palma de la mano con todas sus fuerzas. El agresor soltó un alarido de dolor. Intentó que lo soltara, pero ella se aferró con los dientes, sin ceder ni siquiera cuando el sabor metálico de la sangre inundó su boca. Quería arrancarle un trozo de carne.

—¡Perra de mierda, suéltame!

La mano que le sujetaba el cabello perdió fuerza. En ese instante, dejó de morder y echó a correr sin pensarlo. Una persona bajó del carro que estaba adelante. Al reconocer la cara seria y familiar de aquel hombre, la tensión que sentía se desvaneció. Sus piernas temblaron y se desplomó hacia el frente.

Gabriel aceleró el paso y, con reflejos rápidos, la sostuvo en sus brazos justo a tiempo. El taxista se acercó, con una ac
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