Alicia se quedó a dormir con su hija y no se fue sino hasta la mañana siguiente, después de que desayunaran juntas. Regina la acompañó al elevador. Esperó a que las puertas se cerraran y la cabina descendiera antes de darse la vuelta para regresar al departamento.
Cerró la puerta y se dejó caer en el sofá. Se abrazó las rodillas, hundiendo la cara entre los brazos. Las palabras que le habían dicho resonaban en su cabeza, y con ellas, el recuerdo de su madre…
"Ninguna mamá en este mundo quiere matar a su propio hijo. Si tu mamá nos llamó, fue porque quería que la detuviéramos. Lo más seguro es que no quería lastimarte. Lo más seguro es que Irene no quería que la recordaras. Creía que si la odiabas, no pensarías en ella, que no te dolería su muerte. Supongo que quería que la odiaras para que tú pudieras seguir adelante y vivir bien."
«Mamá, ¿en serio fue así?»
Las lágrimas rodaron por sus mejillas. En ese momento, sonó su celular. Vio que era una llamada de Andrea, así que contestó.
—¡Re