Gabriel no fue quien sacó el tema a colación. Fue Andrés quien lo mencionó, y al decirle "gracias", Gabriel reconoció que le debía el favor. En efecto, la película se había filmado con su permiso.
Él no dijo nada. Silvia conocía muy bien a su hijo. Si no se defendía, era porque lo estaba admitiendo. Sintió un dolor fuerte por el coraje. Se dio la vuelta, tomó el rodillo que ya tenía preparado y comenzó a golpear a su hijo. En ese momento, la abuela de Gabriel entró y, al ver la escena, exclamó horrorizada:
—¿Qué estás haciendo?
Silvia se quedó helada al escuchar esa voz. Alzó la vista y vio que era la abuela. La anciana se apresuró a interponerse entre ella y su nieto. En un gesto protector, le ordenó:
—¡Suelta ese rodillo!
Silvia vaciló al ver a su suegra, pero al recordar la película, la rabia volvió a encenderse.
—Mamá, no te metas. Gabriel hizo algo muy malo…
—¿Qué cosa tan terrible pudo haber hecho? Y aunque así fuera, ¡no puedes pegarle con eso! Ya es un hombre de casi treinta a