Regina se abrochó el cinturón de seguridad y habló.
—Está bastante herido.
—¿Está en peligro de muerte?
Andrea la miró de reojo, y Regina hizo un gesto de negación.
—No, no se va a morir. Pero quién sabe si le queden secuelas.
Su amiga se quejó mientras sacaba el carro del estacionamiento.
—Ya veo que es cierto eso de que hierba mala nunca muere. Pobres del señor y la señora Valderrama. Con lo buenas personas que son, ¿cómo pudieron tener un hijo que solo da problemas? Quién sabe con quién se metió. A lo mejor la golpiza fue lo de menos, ¿y si le tienen preparada otra cosa?
—Dice que fue Gabriel.
Andrea pisó el freno en seco.
Las llantas rechinaron contra el pavimento con un sonido agudo. Por el frenazo, Regina se fue hacia adelante por la inercia y luego rebotó con fuerza contra el respaldo, con el corazón desbocado por el susto.
Abrió los ojos de par en par y se volteó hacia ella.
—¡Qué te pasa! ¡Eso fue muy peligroso!
—¿Gabriel mandó a golpear a Maximiliano?
No lo podía creer.
Regin