—Ellas solo querían cenar contigo para acercarse a Sebastián, no les interesabas tú —intervino Adrián—. No te des tanto crédito.
—Bueno, pero al menos yo cené con ellas. ¿Y ustedes? —respondió Leo—. A ustedes no les queda de otra más que salir con puros hombres.
Adrián lo miró con escepticismo.
—¿Regi no es mujer?
—Y Laura, aunque sea una marimacha, es mujer, ¿no? —añadió Ernesto.
Los tres se enfrascaron en un divertido intercambio de bromas. Regina no encontraba cómo participar en la conversación, pero se divertía mucho observándolos.
Después de ordenar, se pusieron a jugar en sus celulares.
Apenas habían empezado una partida cuando la puerta del salón privado se abrió y entraron Sebastián y Laura.
Al verlo, ya no se sentía tan nerviosa como al principio.
—¡Sebas! ¡Por acá, siéntate aquí! ¡Te guardamos el lugar! —exclamó Leo, señalando el asiento vacío junto a Regina.
Él se quitó la gorra y el cubrebocas, y con toda naturalidad, jaló la silla y se sentó. Le sonrió a Regina.
—¿Llevas m