Capítulo 326
Regina se alteró, y su voz se volvió chillona.

Era muy guapa, y hasta con la bata del hospital llamaba la atención. Pero en ese momento, con las emociones a flor de piel y al borde del colapso, descalza y fuera de sí, parecía una loca.

Los pacientes y sus familiares que pasaban por ahí se detenían a mirarla y a señalarla. Algunos incluso sacaron sus celulares.

Maximiliano mostró su enfado y se apresuró hacia ella. Le apartó la mano de un tirón y la cargó en brazos, rodeándola por la cintura.

—¡Suéltame! Necesito que me expliquen qué pasó. ¡Quiero justicia para mi bebé, voy a llamar a la policía!

Con una actitud seria, llevó a Regina de vuelta a la habitación y la depositó sobre la cama.

Ella intentó levantarse, pero él la obligó a recostarse de nuevo. La sujetó por los hombros y, con una dureza implacable, le dijo cada palabra con una claridad brutal:

—Ya no tienes a tu bebé. Lo perdiste. Por más que grites y te vuelvas loca, no va a regresar.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Regin
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