Los señores Solís eran excelentes suegros. La abuela de Gabriel también era una gran persona. Si él no la hubiera engañado, su vida habría sido muy feliz.
Pero los hubiera no existen.
—Ese es mi problema.
Él torció los labios.
—La señora Valderrama se lleva muy bien con mi mamá. Si nos divorciamos, mi mamá me va a matar.
—O sea, vienes con mil excusas para no divorciarte, ¿de eso se trata?
Estaba furiosa. Sabía que él había estado de viaje por trabajo y decidió ser comprensiva. Durante toda esa semana, aunque la rabia la consumía al ver las publicaciones en Twitter, no le hizo ni una sola llamada. Y ahora que había vuelto, salía con esto.
Él guardó silencio un momento.
—Mejor esperamos a que mi abuela salga del hospital para hablar de esto.
—¿Y cómo sé que no vas a volver a cambiar de opinión cuando tu abuela salga del hospital?
—Si no me quieres creer, es tu problema. Por la salud de mi abuela, no me puedo divorciar de ti ahora.
La frustración de Gabriel era clara y su tono se había v