El divorcio tenía a Regina con la cabeza hecha un lío, tanto que no podía concentrarse en el trabajo. Al llegar a casa, después de terminarse la sopa que había pedido para llevar, se puso a buscar en internet el procedimiento para una demanda de divorcio.
Su ansiedad aumentó al leer que los tribunales, por lo general, no concedían el divorcio en la primera instancia y que debía esperar seis meses después de la sentencia para poder presentar una segunda demanda.
Justo en ese momento, sonó su celular.
Lo tomó y vio que era la llamada de Alicia. Contestó.
—Mamá.
—¿Te interrumpo? Si estás ocupada, marco más tarde, ¿está bien?
—No, mamá, para nada. ¿Qué pasó?
Se levantó con el celular en la mano y fue a sentarse al sofá.
Al otro lado de la línea, la voz de su madre adoptiva sonaba alegre.
—Pues nada en especial, mi vida. Es que ya tiene mucho que no te veo y te extraño. A ver cuándo se dan una vuelta tú y Gabriel para comer. Ya llevan un buen rato de casados y ni siquiera lo has traído a la