Eran cinco en total.
—¿Cuál te gusta más?
A Regina se le congeló el cerebro y se volteó para verla, confundida.
—¿De qué hablas?
Andrea sabía que su amiga no estaba acostumbrada a estas cosas, así que les hizo una seña a los muchachos. Los cinco empezaron a lucirse: unos cantaban, otros bailaban y no faltaba quien les sirviera las bebidas. Uno hasta resultó ser comediante.
Lo hacía bastante bien, y con sus gestos exagerados, resultaba muy cómico.
Al final, no pudo evitar reírse.
Verla sonreír fue un alivio para su amiga.
Ninguna de las dos había cenado; Andrea le había pedido a propósito que viniera con el estómago vacío. Pidió un banquete y, con el servicio atento y esmerado de los modelos, Regina comió hasta quedar satisfecha.
Desde que se había mudado, aquella era quizá la comida que más había disfrutado. Además, bebió bastante.
Aunque era vino dulce, como bebió de más, ya empezaba a sentirse un poco mareada.
A las diez de la noche, dieron por terminada la velada. Ella llevó a Regin