Regina pasó más de media hora en el cuarto del hospital, pero apenas probó un poco de mango de nuez que habían llevado.
Cuando ella y Gabriel se disponían a irse, Silvia guardó el resto en un recipiente para que se lo llevaran.
De regreso, Regina miraba por la ventanilla del carro, con los labios apretados. Justo cuando faltaba una calle para llegar a su hotel, rompió el silencio.
—Ya es hora de que les digas a tus papás que nos vamos a divorciar.
Al escuchar la palabra "divorcio", Alan se sorprendió.
Gabriel le dirigió una mirada indescifrable y respondió con un "sí" apenas audible.
Cuando el carro se detuvo frente al hotel, intentó bajar, pero él la detuvo tomándola de la mano.
—¿Qué haces?
La reacción de ella fue de rechazo inmediato, su aversión era clara en su cara.
Gabriel le ofreció el recipiente con el pastel.
—No lo quiero.
—Es un regalo de la abuela.
Regina se mordió el labio. Como él no la soltaba, al final extendió la mano y tomó el recipiente.
Solo entonces le soltó la man