Capítulo 295
La mano de Regina se detuvo justo cuando iba a empujar la puerta.

—Cállate.

—Aunque no quieras que hable, lo voy a hacer. A las mujeres no se les puede consentir tanto, porque mientras más las consientes, más se aprovechan de ti. Tú mismo lo dijiste: en cuanto te relacionas un poco con Mónica, te amenaza con el divorcio. Se pelea contigo y tú te vienes a refugiar en el alcohol. ¿No te da miedo acabar con una intoxicación y morirte aquí? Lo digo por tu bien, amigo. Ya divórciate. Mónica es mucho mejor para ti.

Ella se mordió con fuerza los labios pintados de rojo.

Dentro del salón privado, Andrés, con un cigarrillo entre los labios, miraba de reojo al hombre a su lado. Aunque parecía tranquilo, no paraba de beber, una copa tras otra.

Tras pensarlo un momento, se quitó el cigarrillo de la boca y sacudió la ceniza para continuar:

—Sigo sin entender cómo te fijaste en una tipa como ella. ¿No que no la soportabas? ¿Cómo terminaron juntos?

La pregunta quedó sin respuesta.

Gabriel apretó la c
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