Le dio una calada al cigarrillo y soltó el humo despacio. Con una voz ronca e indiferente, le preguntó:
—Regina, ¿en serio te gusto?
Sintió que se le detuvo el corazón. Guardó silencio por un momento y luego dijo en voz baja:
—Me gustas, ¡pero no por eso voy a dejar que me pisotees!
Tras una pausa, continuó:
—Me arrepiento de haberme fijado en ti. Un hombre como tú, mentiroso, indeciso y que está coqueteando con su ex, no vale la pena.
Gabriel se veía tenso.
—No la he visto. ¡Y no te estoy engañando!
Esas palabras solo avivaron su enojo. Lo miró a los ojos y rio con furia.
—Me habías prometido que ibas a poner distancia con ella, ¿y lo hiciste? Invertiste en su guion a mis espaldas y encima tuviste el descaro de negarlo. Es tu empresa. Aunque ella haya seguido el proceso normal, si en serio te importaran mis sentimientos o mi lugar como tu esposa, habrías retirado el dinero antes de que me enterara. No debiste esperar a que yo te obligara a hacerlo y de mala gana. ¿En serio crees que p