Quiso hablar con Regina, pero al girar la perilla, la puerta no cedió. Ella había cerrado con llave por dentro.
Se quedó inmóvil frente a la puerta, con la mandíbula apretada. Levantó la mano para tocar, pero, al final, la dejó caer a un lado.
***
Regina se despertó aterrorizada por una pesadilla.
Al despertar, escuchó que alguien tocaba la puerta. No quiso hacer caso y se tapó la cabeza con la cobija.
La voz de él resonó desde el otro lado.
—O abres la puerta o le voy a hablar a un cerrajero.
La consumía la rabia. Se levantó de la cama dispuesta a abrir, pero se detuvo al verse a sí misma. Temiendo que él volviera a propasarse, se cambió de ropa y solo entonces fue a abrir la puerta.
Gabriel, preocupado de que le hubiera pasado algo, ya estaba hablando por celular. Al escuchar que la puerta se abría, dijo al teléfono:
—Ya no es necesario.
Colgó y la miró con intensidad.
—Desayunamos y luego hablamos.
Regina lo ignoró, con una mirada de enojo. Fue al baño a lavarse los dientes y la car