—Regi…
Gabriel la miró con una expresión dura.
—¿No que tenías sueño?
—Pues sí tenía sueño, pero se me quitó con el juego. No hice mucho ruido, ¿o sí?
Regina respondió sin levantar la cabeza, después de haber silenciado el chat de voz del juego.
Del celular ya no salía ningún sonido, pero su atención seguía fija en la pantalla.
Él se acercó, le quitó el celular de las manos y bloqueó la pantalla.
—¿Qué haces? ¡Dame mi celular!
Intentó quitárselo, pero él arrojó el aparato en un cajón y lo cerró.
—Ya que no tienes sueño, entonces podemos hacer otras cosas.
Comprendió lo que él quería hacer e intentó huir por el otro lado de la cama, pero antes de que lograra bajar, Gabriel la arrastró hacia él, le sujetó la nuca y la besó con fuerza.
Ella forcejeó con desesperación, negándose a su beso.
Pero él la superaba en fuerza y le fue imposible liberarse.
En un instante, le abrió la bata de baño. Sus manos se movían con una destreza que delataba experiencia.
—¡No quiero acostarme contigo! ¡No me