Capítulo 147
Estaba empapada de pies a cabeza. El agua escurría de su ropa y su cabello, goteando sin cesar y mojando la bata blanca de Gabriel.

Él arrugó la frente con fuerza.

—¿Qué haces aquí?

Regina se dio cuenta de que estaba en una clínica y lo soltó de inmediato. Se secó los ojos con el dorso de la mano.

—Vi en Twitter que te habían herido… ¿estás bien?

Lo examinó, desesperada, pero no encontró ni un rasguño. De pies a cabeza, no tenía ni una sola gota de sangre. Era imposible que una persona herida de esa manera estuviera de pie, tan tranquilo.

Entonces recordó que las enfermeras habían mencionado que el doctor Solís herido tenía más de cincuenta años. Solo en ese momento cayó en la cuenta de la tremenda confusión que había provocado.

Gabriel supo que ella lo había malinterpretado. Se quedó en silencio, observando su aspecto desastroso: le faltaba un zapato y tenía el pie descalzo cubierto de lodo.

Al sentir dónde se fijaba su mirada, Regina bajó la vista y vio su propio pie desnudo. Sintió
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