Capítulo 333
Ambas se quedaron en la habitación del hotel todo el día, donde platicaron sin parar. Por la noche, pidieron que les llevaran la cena y, al terminar, cerca de las nueve, Alicia le dijo a Regina:

—Empaca tus cosas. Vámonos a la casa, ¿sí?

—Estoy bien aquí, en serio.

—¿Bien? ¿Cómo que bien? ¡Mírate estás en los huesos! No llevas ni cuatro meses casada con Gabriel y ya te dejó hecha un trapo. Mañana mismo voy a buscar a Silvia. Le voy a preguntar cómo educó a su hijo, porque a mí me juró y perjuró que él nunca te sería infiel, ¡y yo le creí como una idiota…!

Dijo, con resentimiento, mientras las lágrimas volvían a correr por sus mejillas.

—Pero…

Regina se apresuró a darle un pañuelo, sintiéndose culpable.

—La señora Silvia siempre ha sido muy buena conmigo.

—¿Y de qué sirve que ella sea buena contigo? ¡Su hijo es un patán! Ni siquiera lo conoce, dejó que te metieras en la boca del lobo. No, no he terminado con ella. ¡Mañana mismo la busco!

—La señora Silvia es una buena persona. Por favo
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