2 La deuda

Unos golpes muy fuertes  despiertan alertando a Liv, asustada se levanta rápido para abrir.

Al abrir la puerta unos hombres la acorralan sin dejarle tiempo para defenderse asustandola mucho más.

—Pero miren que tenemos aquí—dice un hombre de ojos negros intensos y aterradores—. La hija de Joseph Wilde.

Se acerca el hombre hasta ella para mirarla detenidamente.

—¿Qui..quienes son?—pregunta tartamudeando la chica muerta de miedo sacándole una sonrisa cruel al hombre.

—Unos muy buenos amigos de tu difunto padre—le responde burló el hombre—. Tan buenos amigos que le preste un dinero hace poco, muñeca y necesito que me lo pages ahora.

—Yo no sé de qué habla—contesto Liv temblando al ver como ese hombre invadía mucho más su espacio personal.

—Eso me importa muy poco niñita, solo quiero mi puto dinero ya—grito el hombre molesto haciendo que Liv comenzará a llorar debido a los nerviosa que se encontraba.

—Yo no...no tengo dinero ahora—dijo entre sollozos.

—Te daré algo de tiempo porque hoy me siento solidario, pero para la próxima—le hizo una seña a unos de los hombres que la sostenían con fuerza sacando una pistola del pantalón apuntando a Liv—. No seré tan condescendiente.

Liv temblaban de terror llorando, sin entender todavía que era lo que estaba pasando. Sin embargo asiente y el sujeto guarda la pistola.

Los hombres la sueltan y ella cae al suelo de rodillas.

El hombre de los ojos negros la ayuda a levantarse y le levanta la cara con su mano agarrándola con fuerza 

—Ni se te ocurra decirle a la policía, muñeca porque el próximo entierro será el de tu hermanita ¿Entendiste?—Liv asintió frenéticamente—. Te estamos vigilando que no se te olvide y toma—el hombre lanzó al suelo un pagaré que efectivamente estaba firmado por su padre.

Los hombres salen del lugar con la misma rapidez con la que entraron dejándo a Liv ahí presa del pánico.

Aún temblorosa se deja caer nuevamente al piso gateando hasta el pedazo de papel tirado en el suelo y casi se le detiene el corazón al ver la cantidad de dinero que su padre le debía a ese hombre.

Ella no tenía todo ese dinero todos sus ahorros los había gastado en el funeral y el entierro de su padre a duras penas le alcanzó para pagar el alquiler de ese cuartucho ese mes.

Su padre había sido un buen hombre y un buen padre por lo menos antes de comenzar a tener problemas con la bebida y los juegos de azar. 

Preso de una fuerte depresión su padre al final había decidido cobardemente quitarse la vida, ni si quiera tenía ni dos días de muerto cuando venían a buscarla para cobrarle una deuda que era de su padre, Liv debió imaginar que esa era la razón por la que su padre había tomado una decisión tan egoísta y tan drástica.

Con rabia se limpia las lágrimas que derramó sin embargo es insuficiente porque aunque intente dejar de llorar no puede. A lo mejor estaba soltando todo los sentimientos que lleva reprimidos desde que la llamaron para informale la muerte de su padre. Las lágrimas caen torrencialmente por sus mejillas, Olivia no sabía qué hacer, ¿De donde iba ella a sacar todo ese dinero? 

Apenas llevaba dos meses trabajando en SINCLAIR y aunque no podía quejarse de la paga todo lo había gastado en su padre. 

Su jefa era muy buena con ella tal vez si le pedía ayuda o un préstamo, Claudia la ayudaría.

Con eso en mente decidió levantarse del suelo y arreglarse lo más que pudo para ocultar el desastre en el que estaba convertida para irse a trabajar.

—Buenos días—saluda con cortesía el chófer del bus que toma todos los días a la misma hora y aunque no siente felicidad Liv le devuelve una sonrisa tímida y amable.

Liv saco el teléfono de su bolso y decidió distraerse leyendo un poco cuando estaba cerca de la parada de su trabajo decidió guardar de nuevo el teléfono bajándose del bus una vez se detuvo y sin perder tiempo se encamina directo hacia el edificio donde trabaja.

Con calma toma el ascensor.

Cuando las puertas están por cerrarse del  elevador alguien se adentra precipitadamente en él, junto a ella. 

La respiración se le estanca a Liv sintiendo en su cuerpo ese nerviosismo y el calor inesperado en su cara.

Ahí cerca de ella se encontraba ese hombre, el hombre con el que fantaseaba desde que había pisado SINCLAIR, el hombre protagonista de todo sus sueños eróticos y el causante de que su corazón corriera desenfrenado en ese momento.

Jason Grayson.

Liv desde que llegó a Sinclair no pudo evitar quedar profundamente enamorada del él y es que le es inevitable para ella no quedarsele viendo como boba sintiéndose una colegia cerca de él.

Para ella en ese momento él era como un soplo de aire fresco que en esos instantes le hacía olvidar lo defraudante que era su vida.

Jason Grayson era un hombre alto, apuesto, rubio, dueño de unos hermosos ojos marrones y con una hermosa sonrisa coqueta que nunca le ha dedicado a ella.

—Buenos días—saluda él mirando a la chica de reojo haciendo que ella sonrojada agacharse la cara haciendo que su cabello cubriera su cara aún con todo el maquillaje que se había aplicado está mañana seguía viéndose como un zombie.

—Buenos días—le regresa ella el saludo con un hilo de voz.

Él sin levantar la mirada del teléfono asiente para hacerle saber que la escucho más nunca le presta atención.

El elevador por fin lleva al piso en dónde ambos se bajan dejando el aparato vacío. Suspira cuando Jason pasa por su lado sin dedicarle ni una mirada siquiera.

Ella niega con la cabeza saliendo de la ensoñación. 

Centrándose en su trabajo. Su deber es ponerse a trabajar, ahora más que nunca que estaba necesitada de dinero y una gran deuda que pagar, con ese pensamiento de dispone empezar su jornada de trabajo esperando la llegada de su jefa.

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