La Peor Noche De Mi Vida
La Peor Noche De Mi Vida
Por: Azul violeta
1 El engaño

Madison no llegaba.

Habían pasado ya casi una hora y Madison no se presentaba en el altar.

El párroco mirándolo con lástima le informa a Dorian que ya no puede esperar más a la novia que en unos minutos se realizaría otra boda en esa iglesia y que debían desalojar.

El padre intentó ser lo más amable con él pero dado el caso aunque le hubieran dicho cualquier tontería inofensiva el novio todo lo iba a tomar mal.

—¿Cómo que no se puede esperar más?—hablo el moreno molesto y desesperado.

Madison no podía hacerle eso, ella no podía dejarlo plantado. No después de todo lo que había hecho por ella.

—Calmate, Dorian—Su primo William se mete en medio del párroco y él—. El padre no tiene la culpa.

Dorian enojado se aleja de mala gana.

M*****a sea.

¿Por qué Madison no llegaba?

Mira el reloj que le indica que ya van más de una hora y Madison no llegó. Joder, Madison no pudo hacerle esto, tenía que haberle pasado algo. 

Con ese pensamiento se dispuso a salir de la iglesia sin despedir a los invitados. 

Él solo quería saber si su novia estaba bien y la razón que justificará el hecho de que Madison no hubiera llegado a su boda. Con prisa llegó hasta su auto y salió disparado hacia el departamento de Madison.

Aceleró y condujo por la autopista sin mirar atras, llegó en menos tiempo de que generalmente le tomaba ese trayecto.

Se adentro en el ascensor apenas entró al edificio y presionó el botón del piso de Madison. Una vez el ascensor se detuvo corrió hacia el departamento de su novia. 

Al llegar se percató se unos ruidos raros y exagerados que conocía malditamente bien. 

Dorian no podía creer lo que estaba escuchando. No podía ser Madison, ella no podía estar revolcándose con alguien más el maldito día de su supuesta boda.

Él aún con la esperanza se acercó hasta la puerta del departamento con cuidado y tratando de hacer el mayor silencio posible introdujo la llave que el tenía de ese departamento ya era él era el verdadero dueño. Al abrir la puerta camino con sigilo siguiendo gemidos de su novia que lo conducieron hasta la habitación principal donde el muchas veces también le había hecho el amor hasta el cansancio y donde ella le daba el mismo uso en ese momento con otro hombre.

Al abrir la puerta sin hacer ruido sintió como su mundo se vino abajo, sintió una presión en el pecho que no lo dejaba respirar.

Era ella sin lugar a dudas desnuda con otro hombre que la abrazaba pasionalmente y Dorian sin dejarse ver se quedó ahí mirando entre las sombras 

Sentía la traición en cada gota de su sangre que comenzaba a hervir debido a la ira que estaba experimentando.

—¿No deberías estar casandote en este momento?—la voz del hombre resonó en toda la habitación seguido de una risita burlona por parte de Madison.

Estaban abrazados extasiados por el momento compartido entre ambos.

—Ese iluso debe de estar esperándome todavía en la iglesia—respondio Madison—. Ni siquiera sé cómo lo sorporté tanto. 

Esa no era el tono dulce con el que le hablaba a él. Era un tono venenoso y cruel.

—Ya, ¿Entonces porque llegaste tan lejos?—inquiero el hombre dándole besos cortos por los hombros.

—Porque era el heredero de Thomas Sinclair pero el muy idiota renunció a todo por casarse conmigo y como ves perdió todo el sentido seguir con esta farsa.

Rabia, sentía la rabia recorrer cada médula de su cuerpo. Quería matarlos a los dos, sin embargo sabía que no valía la pena aún así el dolor que sentía también era muy fuerte.

Dorian se sentía el hombre más estúpido, ¿Desde cuándo se estarán revolcando esos dos burlándose de él a sus espaldas?

Cierra los ojos recordando sus palabras de amor, los momentos juntos y las veces que enfrentó a su familia por ella. Estaba apunto de abandonarlo todo por ella.

Rompiendo el silencio se da la vuelta marchándose del lugar y al salir por la puerta la cierra con fuerza sin importar que los amantes lo escuchen.

Se odiaba con todo su ser, por a ver sido tan estúpido de enamorarse como un idiota de esa mujer, por convertirse en un maldito títere de sus antojos. 

Se limpia la lágrima solitaria que sin darse cuenta se escapó de sus ojos cerrando sus manos en puños.

Esa sería la última vez que una mujer se burlara de él, Madison había sido la única y última que había roto su corazón por qué de ahora en adelante ninguna mujer lograría manejarlo como un juguete se juró Dorian antes de arrancar a toda velocidad y perderse en la carretera.

Trata de alejar los recuerdos que llevan atormentandolo desde hace ya varios meses, cuatro meses para ser más exactos.

Suspira, estacionando el auto a las afueras de un bar al que suele recurrir cuando a su mente lo atacan los recuerdos de ella.

Sin demorarse mucho se adentra en el sitio encaminándose hasta la barra.

—¿Lo mismo de siempre, Sinclair?—le pregunta con confianza el bantender acostumbrado ya a verlo tan seguido.

—Lo más fuerte que tengas—pide y Matt el chico de las bebidas asiente comenzando echar varias bebidas que Dorian no identificó.

Se sentó y al escanear el local su mirada choco con la de una hermosa castaña que le sonríe entre coqueta y cínica.

Él le regresa una sonrisa descarada y perversa llevándose el trago que Matt acaba de dejar en la mesa a los labios. Cuando hubo terminado el trago comenzó a acercarse a la castaña.

En eso se había convertido su vida, emborracharse, coquetear con cualquier chica dispuesta, tener sexo salvaje y luego nada, solo vacío. 

Pero él no cometería el mismo error dos veces, el amor no le interesaba y era lo último que quería en su vida. Esa era su nueva vida y estaba conforme con eso, de hecho de verdad lo disfrutaba por lo menos cuando dejaba de recordar lo realmente jodido ella le había dejado el corazón.

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