Habian pasado ya dos meses desde la decisión de tener otro hijo y aún no habia señales de un embarazo, Armando estaba un poco decepcionado, porque a pesar de su empeño, no lo habiamos logrado, y empezaba a sentirse frustrado.
- Amor, ¿me amas?- dije viéndolo a los ojos.
- Claro que te amo, eso no lo dudes nunca - acarició mi rostro suavemente.
- Entonces no pienses en nada más y solo hazme el amor.
Sonrió y me besó, y simplemente disfrutamos de la unión de nuestros cuerpos, una y otra vez, hasta que nos encontró el amanecer.
Desperté cansada, pero completamente satisfecha, Armando se había levantado y duchado.
- Preciosa, tengo que irme, descansa un poco más.
Fué a despedirse de Aidan.
- Te llamaré más tarde, preciosa - besó mi frente y volví a dormirme.
Me despertó el llanto de Aidan por el monitor, aunque ya estaba más grande siempre estaba al pendiente de él. Me vestí rápidamente y fui a verlo.
- Hola cariño, ven conmigo.
- ¿Mami, dónde esta papi?
- Papi fue a trabajar.
Asi paso