Salvia
El ambiente en la casa de la manada bullía de actividad mientras llegaban las primeras manadas visitantes. Desde mi ventana, observaba cómo las carretas y los lobos viajeros fluían a través de las puertas, eran muchos más que los que asistieron al último y desastroso evento. Cada llegada traía nuevos aromas, nuevas políticas, nuevos aliados potenciales o enemigos.
—Ahora somos más fuertes —me recordó Aura mientras la ansiedad revoloteaba en mi pecho—. Ya no somos la asustada omega de Espina Negra.
Tenía razón. Toqué mi colgante, extrayendo fuerza de quien me había convertido: la última heredera de las manadas sanadoras, finalmente manifestando mi poder.
A través del vínculo de pareja, sentí el orgullo y los instintos protectores de Carlos mientras saludaba a los visitantes de alto rango. Su bestia quería permanecer cerca de mí, pero ambos entendíamos la necesidad de mantener distancia en ese momento.
—¿Lady Salvia? —Una joven sanadora de una de las manadas recién llegadas se ace