Carlos
Ahora se movía por el ala de sanación con una tranquila confianza, con su cabello rubio platinado recogido en una simple trenza mientras instruía a los sanadores más jóvenes. Mi bestia ronroneaba al ver a nuestra compañera integrada de forma tan natural en la vida de la manada, enseñando a otros con una autoridad gentil que se fortalecía cada día.
—La esencia de la flor lunar debe cosecharse exactamente en la fase correcta —explicó ella, su voz llegaba claramente hasta donde observaba desde la puerta—. Si se recoge demasiado pronto pierde potencia, y si es demasiado tarde...
—Mi Rey —Matilda apareció a mi lado, elevando su voz lo suficiente para que se escuchara—. El Señor Marcos solicita su presencia en el consejo. Algo relacionado con... la seguridad de la manada.
La forma en que sus ojos se desviaron hacia Salvia hizo que mi bestia gruñera, pero ella ya se estaba alejando, la viva imagen de la nobleza reformada.
La cámara del consejo vibraba con tensión cuando entré. El Señor