—No, pero lo haré. Acabo de volver de una reunión muy extraña. —Miro por el pasillo, para ver si alguien esta por ahí y pueda oir mi conversación.
No quiero que nadie de la editorial sepa lo que me ha propuesto el señor D’marco.
—¿Extraña por qué? —pregunta intrigado.
—He ido a ver al socio de Richi, quien tambíen es dueño de la editorial. Me ha preguntado si quería cenar con él. Ha sido muy incómodo. —Me inclino sobre la pared.
Él se echa a reír.
—¿Cuántos años tiene éste?
Su insinuación me irrita.
Es mucho mayor que Nick. Cuánto, no lo sé, pero no hay duda de que es más viejo. Es probable que jamás lo sepa con exactitud.
—Unos cuarenta y pico, creo, pero es muy atractivo, del tipo escandinavo. —Me encojo de hombros y empiezo a morder mi dedo como si estuviera nerviosa. Está claro que no está a la altura de Nick, pero es atractivo.
—Te has convertido en un imán para maduritos. ¿Vas a ir?
—¡No! —chillo—. ¿Para qué?
—¿Y por qué no? —No lo veo, pero sé que tiene u