Recorro el ático como una loca, registrando todos los cajones, todos los armarios, cualquier sitio donde creo que puede haberlas escondido, pero una hora después todavía no hay ni rastro de mis píldoras. En cambio, la casa está hecha un desastre. Me detengo cuando oigo sonar mi teléfono en la distancia, rastreo el sonido hasta que se detiene y me quedo en medio del inmenso espacio diáfano mientras miro a mi alrededor desesperada.
—¡Joder! —Me maldigo a mí misma, pero entonces el tono de alerta de mensaje de texto empieza a sonar y sigo el sonido hasta el sillón donde estaba sentado Nick antes.
Meto la mano por un lado y encuentro el móvil. La llamada perdida era de mi tía. Joder,
¿habrá hablado Lucas con ella ya? No puedo llamarla en estos momentos. Sé que suena un poco cruel por mi parte, pero ni siquiera sé en qué punto estamos como para poder decírselo. El corazón me da un vuelco cuando veo que el mensaje de texto es de Mark.
Está bien, pero creo que deberías veni