CAPÍTULO 30. PELIGRO
Los rayos de la luz del sol, comenzaron a colarse a través de los pequeños espacios que había entre las persianas. Antonella abrió los ojos, y se puso de pie para intentar cerrarlas por completo, deseando poder dormir más tiempo.
Una fuerte punzada golpeó su cabeza, presionó los párpados con fuerza.
— ¡Auch! —tocó su frente, luego de cerrar las persianas se volvió a acostar.
Iñaki ladeó los labios al verla.
—Esperaba que la luz te ayudara a despertar, y no que cerraras las persianas y te volvieras a dormir —refirió sentado sobre uno de los sillones.
— ¿Por qué la prisa para que despierte? —cuestionó—, necesito dormir un poco más —gruñó.
—Tengo que salir a atender unos negocios —mencionó—, deseaba desayunar contigo.
—¿Qué te parece si mejor cenamos juntos? —solicitó cubriéndose el rostro las finas sábanas de seda.
— Anda abre los ojos —pidió, descubriendola un poco..
—No, aún me siento mal —expresó, parpadeando con pesadez.
Iñaki tomó la mesita de cama y se la llevó.
—Come un