CAPÍTULO 23. LA HIJA PERFECTA
—Ahora sí vamos a hablar o, ¿me vas a seguir postergando esta charla? —Jerónimo cerró la puerta de un azotón.
Iñaki presionó sus dientes con fuerza y se puso de pie, desabrochando los botones de su camisa.
—¿Te ofrezco un whisky? —cuestionó con seriedad.
Jerónimo aceptó y tomó asiento.
—¿Por qué estás enredándote con la hija de Bianchi? —cuestionó. — ¿De qué se trata todo esto?, ¿Desde cuando se conocen?, merezco una explicación —inquirió.
El joven se acercó y le entregó un vaso con aquel líquido.
—Antonella es la pieza que necesito para hacerle cobrar a Bianchi, la muerte de mi hermano. —Bebió de golpe aquel trago y no dijo más.
El hombre exhaló el aire que contenía.
—Creí que… te habías enamorado —explicó—, sería un gran error —indicó.
—¿Por qué ese odio entre Benjamín y Lisandro? —Iñaki preguntó.
Don Jerónimo se aclaró la garganta.
—En un viaje que realizó tu padre, para reclutar mercancía, conoció a una hermosa francesa, que estaba de turista por Alemania, con el porte que él tení